En la feria de los brujos
una layqa me obsequió,
una imagen tenebrosa.
¡Ay qué susto que me dio!
¿Es un diablo o es un Dios?
¿No lo sabes? Es un tótem…
¡No lo pierdas! Alertó.
Intuí malos augurios,
lo olvidé en un rincón.
Caminamos por la plaza.
Me comí un anticucho
de polleras por el piso
con colores llamativos.
¡Rojo vivo el corazón!
Ya volvimos a mi casa
en un micro y un avión.
Fue muy lindo el regreso,
pero alta la emoción.
Cuando descubrí al tótem
en la pieza de mi hija.
¡Ay que susto que me dio!
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